Ellos son los rionegrinos que dieron batalla y la perdieron.

Alejandro Pasarelli, era médico especialista en traumatología oriundo de Cipolletti, por eso su caso es de Río Negro, pero estaba internado en una clínica privada de Neuquén falleció el 26 de marzo después de estar 13 días en terapia intensiva.

“Tato” le decían, se llamaba Bernardo Edgar Muñiz tenía 40 años, era enfermero, trabajaba en el penal de Choele Choel y de forma particular, falleció en Roca a los 40 años, el 13 de Abril. En el momento de su fallecimiento era la víctima más joven por Covid 19 en el país.

Walter cabrera, tenía 53 años de Río Colorado, falleció en Viedma el 3 de septiembre, “El Buda” le decían, significó un pilar indispensable en el Rugby, era técnico en computación del Hospital de Río Colorado.  

Viviana Mabel Caminoa tenía 58 años y falleció el 5 de septiembre. Se desempeñaba en servicios generales en el Hospital de Conesa como mucama, también cumplió roles en la cocina y esterilización, después de varios días de lucha falleció en Viedma

Roberto Carbajal tenía 48 años y trabajaba en una empresa privada como chofer de una ambulancia en Río Colorado, falleció el 10 de septiembre internado en Bahía Blanca.

Hugo Calfín era chofer de la ambulancia del hospital de San Antonio Oeste, después de pelearla en Viedma también partió el 23 de septiembre dejando a su familia y comunidad sumidas en el dolor. Tenía 64 años.

Mariela Romero, enfermera, era de Enrique Godoy y  prestaba servicio en el hospital de Villa Regina, 38 años, murió en General Roca el 23 de septiembre, había dado a luz a su primer hijo.

Allí donde el trabajo supera cualquier instancia. Una inesperada situación pandémica los encontró sin dudar en la primera línea, era una pelea que daban desde sus lugares de trabajo, inclusive los que no se contagiaron trabajando, su trabajo en salud siempre los tenía pendientes, porque no tenían opción, como tiene tanta gente que se toma con mucha liviandad el virus. Por vocación, por amor a su trabajo, al prójimo, por la circunstancia que sea, pero estaban ahí, firmes.

Pelearon hasta último momento, porque no tuvieron alternativa, porque el virus entró e hizo un trabajo cruel en sus cuerpos, entre las desigualdades de oportunidades, en donde el tiempo es tirano, no tuvieron la oportunidad, valga la redundancia, como muchos que no creen en esta pandemia.

Seguramente ellos más de una vez pidieron que nos quedemos en casa, que nos lavemos las manos, que usemos tapabocas, que no nos juntemos, que no compartamos el mate, que mantengamos los dos metros de distancia, mientras desarrollaban alguna tarea para cuidarnos desde sus puestos laborales, y en ese desafío diario colmado de peligro se contagiaron, y en esa cruzada desconocida e impiadosa que atraviesan las personas que se desempeñan en salud dejaron, sus hijos, sus amores, sus amigos, sus compañeros, sus sueños, sus vidas.

No podemos menos que ofrecerles desde nuestros humildes lugares de ciudadanos, un homenaje, un recuerdo, un abrazo virtual a sus familias que no sólo sufrirán su ausencia, también tuvieron el amargo trago de no despedirlos como se haría en circunstancias normales, no tuvieron la ocasión de llorarlos con una última mirada a esos rostros que sonrieron y compartieron con ellos momentos imborrables.

Hay muchos fallecidos por Covid 19, pero ellos trabajaban en salud, eran los que trasladaban, atendían, y acompañaban a sus comunidades en este momento que reina la incertidumbre y el temor, y parece poco todo homenaje que pueda hacerse, por eso es necesario contarles a los rionegrinos quienes eran.

Alejandro era médico traumatólogo de Cipolletti, como les muestro al principio de la nota, muy querido por pacientes que lo recordaron en las redes, Tato era enfermero de Choele, toda la comunidad se conmovió por su partida, era joven, querido. «El Buda» era un rugbier patagónico amado por los seguidores de ese deporte, fue un grande recordado por muchos medios nacionales. Viviana era de Conesa, sus hijas eligieron las fotos y en una de ellas se está yendo a trabajar, con una sonrisa, como siempre, querida por su comunidad. «El Ruso» o «Chapu» manejaba una ambulancia privada y Río Colorado lo lloró y lamentó su partida. Huguito Calfín tuvo una despedida en su pueblo, San Antonio lo despidió y demostró el gran afecto que había sembrado en manifestaciones de dolor en redes y la calle. Y ni quiero contarles de Mariela, que había dado a luz a su primer hijo, Villa Regina y Enrique Godoy vestidos de luto y dolor en estos días.

Ellos son siete rionegrinos que nos dejaron, pero no son un número más, como nadie que se fue a causa de este virus, ellos trabajaban en SALUD, ellos eran parte del enorme grupo que hoy cuida, contiene, sana, y la pelea en el frente, estresados por tantas anomalías que trae esta situación, corriendo el riesgo de contagiarse, contagiar a sus familias, compañeros y pacientes, que tienen que extremar los cuidados, cambiaron su forma de vida, están tensos, cansados, y como si fuera poco, muy tristes. Porque han tenido que despedir a sus compañeros sin abrazar a sus familias que también son sus familias en parte, porque han compartido charlas de guardias, de traslados, de trabajo y han visto crecer a sus hijos a través de conversaciones y anécdotas, han compartido tristezas y problemas cotidianos, personal de salud que estuvieron o están contagiados, porque cada día se hace más duro.

A ellos y a las familias de los que se fueron dejando una fuerte y marcada ausencia en sus corazones, vaya nuestro respeto y agradecimiento.

Mariela Uribarry – LA POSTA RIONEGRINA

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