Una tragedia, el hecho más lamentable en Valle Medio ocurrió el 10 de noviembre de 1946.

Cuando era niña siempre venían a la casa de mis abuelos desde Buenos Aires mis tíos abuelos, Antonio y Adelina, todos los años en verano. Eran tan unidos con mis abuelos que se hicieron una casa en el terreno lindero del fondo y allí sin división de por medio, en el que sería el fondo de ambos patios, mis abuelos tenían una quinta, con todo tipo de verduras.

Todos los años esperábamos ansiosos la llegada de ellos, y yo, que amo la historia, esperaba las anécdotas, las historias de mi tía bajo el parral, ella fue quien me narró la triste tragedia de los 29 ahogados en el río Negro, su hermana Eva Julia perdió la vida en esa tragedia.

Eran esperados en primavera los paseos, allí se relacionaban los jóvenes y muchas veces terminaban en matrimonios, las familias, casi todas vivían en zonas rurales y los puntos de encuentro eran los picnic y los bailes familiares. Eran épocas en las que las mujeres tenían dos o tres vestidos nada más, en muchas ocasiones heredados de las hermanas mayores, y uno de esos vestidos era para las fiestas, sea casamiento, cumpleaños o algún acontecimiento importante que convocaba a unos cuantos clanes. Las familias eran muchas de italianos y españoles que habían llegado a trabajar la tierra de una Argentina pujante.

Ése no sería un picnic más con los jóvenes cortejando y las chicas conversando mientras los adultos observaban cada paso, ese picnic no llegaría, no fue un viaje como los anteriores que las chicas se cuidaban de las miradas de los hermanos mayores, mientras ellos cantaban con los acordes de alguna guitarra o bandoneón mientras sonreían a alguna de las jóvenes.

No, ese fue el viaje de besos de despedidas y sueños sumergidos. Fue un viaje corto, pero a la vez eterno, los abrazó el río Negro deteniendo los latidos jóvenes y humedeciendo los rostros y ahogando los llantos de muchos padres que perdieron varios hijos en la misma desgracia. Hermanos que juntos perecieron como no queriendo dejar sólo al otro, con el que compartieron mesas, dormitorios que albergaban conversaciones de niños y adolescentes de las numerosas familias de esos tiempos.

Varias familias sepultaron a muchos de sus hijos. Un viaje a la Isla Chica que se transformó en tragedia cuando un camión descontrolado en una balsa en la que viajaban 39 personas. Días de desesperación y luto para la zona. Cuando los ríos vuelven a mostrar todo su poder en la región, muchos antiguos pobladores del Valle Medio no pueden dejar de recordar la peor de las tragedias sufridas, la muerte de 29 jóvenes en el hundimiento de una balsa en el río Negro, ocurrida el 10 de noviembre de 1946, hace hoy 74 años.

La Isla Grande de Choele Choel, es una Isla de aproximadamente 32.000 hectáreas . A 7 km de Choele Choele, aguas abajo, está la denominada Isla Chica que fuera escenario del triste acontecimiento. Entrando a la mencionada Isla Grande desde Choele a Pomona, pasado el puente carretero, históricamente se han conformado dos zonas, hacia la derecha la “zona de la Rinconada” , hacia la izquierda “zona Paso Piedra”.

Todo arrancó un mes antes, en octubre de 1946, cuando se organizó un picnic con fines benéficos en la Isla Chica para el 10 de noviembre, lo que generó gran entusiasmo en toda la región y en especial en la Isla Grande. Partiendo desde Lamarque, se encargaban de trasladar a la gente de “La Rinconada” y “Paso Piedra”. Era el 10 de noviembre de 1946, 11 de la mañana.

En cada tranquera estaban esperando los pasajeros, con gran expectativa. iban en el interior de la caja del camión, con los pasajeros ya instalados, quedaron niños llorando en sus casas porque no los dejaban ir, «porque era para los mayores», lloraban, sin saber que no ir, era la salvación de sus vidas. Horas más tarde el camión se dirige hacia la balsa que los trasladaría a la Isla Chica. En ese lugar, el río tiene aproximadamente 80 metros de ancho y 7 metros de profundidad. Los balseros estaban expectantes, porque también formaban parte de ese grupo humano que esperaba pasar un buen momento. De pronto, la polvareda anuncia la presencia del vehículo y el camión asomaba en la punta de la escarpada abierta en el barranco.

La velocidad era fuera de lo común, sorprendía, pero sin alarmarse los balseros preparon las “calzas” para ponerla en cada uno de los carriles. Cuando se dieron cuenta del problema, todo fue inútil, el camión sin frenos siguió imparable su curso, superó las calzas, rompió la cadena que unía los extremos de la balsa y 39 vallemedienses se perdieron en las aguas en un caos de gritos de auxilio y desesperación. En medio de los gritos y el llanto en rededor, 10 logran regresar a la costa. Comienzan días dolorosos en la comarca. Primero la búsqueda de los cuerpos (se rescatan 28), en la que participaron familiares, amigos, vecinos, autoridades civiles y religiosas, policías, militares.

La comunidad se unió en la ardua tarea, de día y de noche, por varios días. Las aguas del río Negro, no comprendiendo o no sintiéndose culpable de la tragedia, iban entregando los cuerpos de a poco. Finalmente, 28 fallecidos recibieron sepultura y un desaparecido completó la penosa lista. Siempre que mi tía comentaba la historia, estaba inundada de silencios significativos, de pena y respeto por los familiares de las víctimas y el lamento de las vidas truncadas.

Marcos Dilernia: Gentileza 7 En punto

Todos conocen las bondades de nuestros frutos, pero se ignoran muchas veces historias sombrías de quienes fundaron, poblaron y dejaron su vida en el desierto que fue, para convertirlo en un valle productivo que hoy disfrutan sus descendencias. En toda esa historia de luces existen algunas horas de sombras y ésta es una de ellas, posiblemente la más trágica en los últimos 100 años.

M.U

Comenta desde tu cuenta de Facebook